Arriba, arriba. Abajo, abajo. Izquierda, derecha. Izquierda, derecha. B, A. Comenzar.
¿Alguien lo reconoce? Es el legendario código de trucos que apareció más famoso en el exitoso videojuego de Nintendo de la década de 1980, Contra . Si un jugador movía sus dedos como tales a través de su controlador mientras se cargaba el juego, se les concedían 30 vidas en lugar de las tres estándar, y de repente tenían una verdadera oportunidad de luchar contra las hordas alienígenas del juego para destruir el universo.
Pero no todos los que hacen trampas lo hacen para salvar al mundo. A veces, las marcas, personas influyentes, artistas y políticos intentan obtener una ventaja sobre su competencia a través de medios dudosos, como inflar varias estadísticas, desde las ventas hasta los ahorros y el CPA. Hay miles de formas de obtener esa información, pero las consecuencias superan los beneficios. Si lo atrapan, un tramposo puede perder credibilidad, ser golpeado con multas económicas o incluso terminar en un compromiso legal. Por otro lado, hay momentos en que subvertir el sistema en formas más benignas o incluso divertidas puede dar sus frutos.
Como comercializadores, es importante recordar que hay cosas que considerar más allá de los medibles. ¿De qué sirven algunos más seguidores o giros si recibes un gran golpe en el tribunal de la opinión pública? Nos debemos a nosotros mismos y a nuestros clientes explorar cuándo es beneficioso, cuándo es perjudicial y todo lo demás.
Aquí hay cuatro casos en los que ceder a la tentación a corto plazo resultó en un daño a largo plazo.
1. Comprar seguidores sociales
La esencia: En Twitter y Facebook, existen millones de perfiles y robots falsos que existen para rellenar estadísticas de seguidores. Debido a que esta práctica es tan generalizada, las personas invierten menos en los seguidores de un solo usuario. Cuando Donald Trump ganó la Elección presidencial de 2016, por ejemplo, muchos acreditaron su presencia en Twitter y sus seguidores firmes, como parte de la razón de su victoria. Pero un análisis publicado por SparkToro dice que el 61% de los 54.7 millones de seguidores de Twitter del presidente Trump probablemente no sean personas reales.
Aún más preocupante es que muchas de estas cuentas erróneas utilizar nombres y semejanzas reales de la gente – a veces daño a la reputación de las personas reales. El New York Times rastreó a innumerables seguidores falsos ha
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